Solo queda mes y medio. Mes y medio para despedidas. Mes y medio para empezar una nueva vida. Mes y medio para irse a otro país. Mes y medio para que nuestro mundo, tal y como lo conocemos, de un giro de 180º. Sí, señores, queda solo mes y medio para que llegue ese 5 de Agosto, el día en el que cambiará todo. El día en el que tendré que decirle adiós a mis amigos, a mi familia, y a mi querida ciudad. El día en el que veré a mi hermano llorar como una magdalena. El día en el que me echaré a llorar yo también. Pero no todo en ese día será malo, ni por asomo. Ese también es el día en el que empezaré a valerme por mí misma, yo sola. Ese también es el día en el que comenzaré a vivir una experiencia inolvidable, a pesar de que no haya empezado ahí. Ese es el día en el que me iré a los Estados Unidos.
No penséis que ya me olvido de los otros 74 becados, por supuesto que no, porque a todos nos pasará lo mismo (bueno, puede que lo de mi hermano no, pero ya me entendéis).
Han pasado tantas y tantas cosas desde la última entrada que no sé muy bien por donde empezar. Si seguís los blogs de otros becados (que, venga, tenéis que seguirlos, que escriben todos muy bien jajaja) habréis visto que contaban el viaje a la embajada, más quedadas... Y creo que voy a seguir su ejemplo, aunque de una forma más reducida. No os equivoquéis, no es porque no quiera escribir, ni porque no me apetezca hacer otro "testamento" como el anterior, sino que ha pasado tanto tiempo que los recuerdos se van difuminando (bueno, de acuerdo, un mes o así, pero supongo que tengo memoria de pez).
Empecemos. Hicimos unas cuantas quedadas, bastantes según mis padres, porque decían que pronto nos íbamos a ver (el 28 de Mayo) pero a mí siguen sin parecerme suficientes. Una de ellas recuerdo que fuimos todo chicas y nos lo pasamos divinamente. Ese día hice a Elba enamorarse del frappé de vainilla, que es una de las cosas que se me quedaron grabadas. No os quiero aburrir con demasiados detalles, así que pasaremos ya al día de la visita a la embajada.
Salimos muy temprano, porque había que estar muy pronto en el aeropuerto, y le puse cara a la gente que me faltaba por conocer, además de poder hablar de nuevo con los que ya conocía. Creo que conocí a todos los becados, y si no fueron todos, casi todos, ese día, porque como soy muy torpe, me tropezaba con ellos y de paso los saludaba. Y a los otros los saludaba sin tropezarme, ¡no penséis que solo conozco a la gente así! Jajaja. Bueno, nos dividieron en dos grupos y a mí me tocó en el de 50 personas, que teníamos que ir a hacer el visado antes de comer. Sinceramente, la espera para entrar en la embajada y poder hacer el visado se me hizo eterna, pero al menos pude charlar con los demás. Conocí a dos chicas con las que me llevé muy muy bien, Carolina y Suevia (en realidad llamada Sara), que eran simpatiquísimas. Después conocimos al embajador, un hombre muy agradable, que nos dijo unas palabras y estuvo conversando un poco con nosotros. Más tarde fuimos a comer, y por la tarde/noche volvimos a Galicia. No os cuento mucho más de ese día porque, si os soy sincera, es muy largo y no me acuerdo de todo.
Yo ya me estaba desesperando por no tener familia, la verdad. Pensaba que iba a vivir bajo un puente o algo así, pero por suerte no. Justo un día en el que no estaba pensando en eso, sino en los exámenes del instituto, sucedió. Yo estaba esperando para hablar con una profesora junto con otros compañeros, y mi padre tenía que venir porque íbamos a hablar con la jefa de estudios sobre la matrícula a la vuelta. Miré el whatsapp para saber si él ya había llegado, y veo que me puso que me iba a Virginia. En cuanto lo vi me quedé muda, se me abrieron muchísimo los ojos y la boca, y volví a leerlo por si acaso había entendido mal. Entonces comencé a saltar de alegría y a decirle a mis mejores amigas que ¡por fin tenía familia, me iba a Leesburg! Casi se me olvida que tenía que hablar con la profesora. Acabé rápido con eso porque tenía muchas ganas de ver el dossier de la familia, y la verdad es que son geniales.
Es la familia Good, compuesta por Phillip y Sylvia, mis host parents, y dos hijos que no viven en la casa, Hannah, de 20 años (vive a una milla de ellos y va a la casa todos los días), y un chico de 23 que está estudiando en Hungría. El instituto no podía ser más perfecto para mí. Es el Tuscarora, está a 6 millas de mi casa, su equipo son los Huskies y tiene todos los clubs que yo quería (de debate, de teatro y coro) y más. Ya he hablado por e-mail con la familia, y ahora mismo estoy esperando su contestación al segundo mensaje, por el que llevo dos semanas esperando, pero ¡no nos desesperemos!
No me olvido de hacerle una mención especial a Marta, que sigue el blog (Marta, te quiero jajaja). Ah, por cierto, acabo de volver de París, que es precioso, y me encanta. De verdad, todo el mundo debería de ir algún día.
Bueno, y finalmente me despido. Un beso y un abrazo muy grandes a todos.
Y, recordad, que la suerte esté siempre de vuestra parte.
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